Shannon Moretz: ¿Somos vecinos o enemigos?

September 4, 2025

Un reciente viaje al oeste de Carolina del Norte ha llevado a la escritora a reflexionar sobre lo que todos tenemos en común.

A road damaged by a hurricane.

Como habitantes de Carolina del Norte, sabemos que todas las serpientes cabeza de cobre son venenosas, pero parece que hemos olvidado que esto no es cierto para la mayoría de las personas. Nos agrupamos a nosotros mismos y a los demás según nuestras similitudes: ideologías políticas, religiones, geografía, identidades sociales, experiencias vividas. Asignamos atributos generales a todas las personas dentro de esos grupos, pero sospecho que la única verdad universal es que todos nacemos, pagamos impuestos y morimos, como dice el refrán.

Me acordé de eso cuando viajé recientemente al oeste de Carolina del Norte.

Mientras cruzaba el río Swannanoa y recorría las carreteras secundarias de los condados de Buncombe, Madison, Yancey y McDowell, veía por todas partes los restos de la catastrófica inundación que sufrieron esas comunidades  cuando el huracán Helene azotó la zona hace casi un año.

Muchas carreteras y puentes siguen siendo intransitables. Algunas simplemente han desaparecido. Hay innumerables montones de escombros de árboles, algunos de dos o tres pisos de altura, que aún esperan ser procesados. Los lechos de los arroyos se han desplazado, cambiando la profundidad y el curso del agua en muchos lugares. A pesar de la nueva vegetación que cubre las cicatrices dejadas por los deslizamientos de tierra y las aguas turbulentas, los árboles inclinados, la tierra desplazada y las grandes rocas esparcidas por todas partes siguen mostrando claramente los rastros de la destrucción. Los cimientos vacíos y las pilas de escombros se encuentran donde alguna vez estuvieron los edificios, como un recordatorio de las vidas perdidas o cambiadas para siempre.

Los desastres naturales no paran a preguntarte tu afiliación política o identidad de género antes de borrarte a ti, a tus seres queridos y/o a tus propiedades ganadas con esfuerzo de la faz de la tierra.

Por cierto, tampoco lo hace la pobreza, la discapacidad, la enfermedad o la adicción. Todos luchamos contra esas cosas dentro de nuestras familias y nuestras comunidades.

De esa manera, todos tenemos mucho más en común de lo que pensamos. Esto me vino a la mente recientemente, cuando mi comunidad rural del condado de Caswell se reunió para celebrar National Night Out (la Noche Nacional al Aire Libre). Unos cientos de personas salieron a disfrutar de los castillos inflables, los perros calientes gratis y la alegría del compañerismo. Aun en medio del ajetreo y el bullicio — niños corriendo por todas partes, un DJ poniendo música a todo volumen y aplausos desde las mesas de cornhole — la gente no dejaba de pararme para expresar su agradecimiento por mi última columna, publicada en nuestro periódico local, The Caswell Messenger.

El mensaje de mi última columna había resonado con todos ellos: las historias rurales son importantes, sus historias son importantes. Me llamó la atención el hecho de que todas esas personas parecían tener poco o nada en común, o al menos no según todas esas etiquetas que utilizamos para identificar a las personas:  derecha, izquierda, negro, blanco, cis, trans, hombre, mujer, viejo, joven, rico, pobre.

Podemos optar por dividirnos según esas etiquetas – o reconocer nuestras experiencias e historias compartidas.

La mayoría de las personas con las que hablo en el condado de Caswell, y más allá, solo quieren vivir sus vidas y cuidar de sus familias. 

Quieren la oportunidad de ganar un salario digno que les permita cubrir sus necesidades básicas. 

Quieren que sus hijos crezcan en una zona segura y reciban una buena educación que los prepare para ser miembros productivos de la sociedad.

Quieren tener acceso a alimentos saludables y a una atención médica de calidad. 

Quieren vivir sus vidas y guiar a sus familias de acuerdo con sus propios valores y creencias, sin interferencias externas.

Quieren que los demás vean y reconozcan que existen, que importan.

Quieren que los demás tengan en cuenta sus perspectivas, necesidades y experiencias.  

Quieren participar en la toma de decisiones que más les impactan.

Es difícil entender por qué personas que aparentemente quieren las mismas cosas se consideran enemigos. 

Por supuesto, muchos de ellos también tienen miedo. Temen perder sus empleos, perder la cobertura médica, no poder sobrevivir, que sus familias no puedan prosperar. Temen estar mal informados o que sus familias sean mal orientadas. Temen cosas que no comprenden completamente, cosas que desafían o contradicen lo familiar.

También se temen unos a otros; se temen porque las redes sociales y las campañas políticas les dicen que el otro lado quiere verlos sufrir, que son un enemigo al que hay que derrotar.

Hay muchas cosas a las que debemos temer, pero no quiero que también le tengamos miedo a nuestros vecinos. No son serpientes cabeza de cobre. No todos son venenosos. Les animo a que dediquen tiempo a conocer a sus vecinos, aunque hayan votado de manera diferente o lleven una bandera diferente.

Cuando ocurre un desastre, confiamos en que nuestro gobierno esté adecuadamente preparado y cuente con los recursos necesarios para responder, ya que las ventas de pasteles y rifas a nivel comunitario no son suficientes para reconstruir carreteras u otras infraestructuras críticas.

Pero cuando ocurra un desastre, no será el gobierno el que responda primero, sino nuestros vecinos.

Así que no dejen que los políticos los convenzan de que somos enemigos.

Puede que se detengan junto a los escombros para una sesión de fotos, pero nuestros vecinos son los que nos ayudarán a recuperarnos.

Shannon Moretz es la directora regional de The Health Collaborative, donde trabaja para promover la equidad en la salud en las zonas rurales del sur, especialmente en la región del río Dan. Esta columna está sindicada por Beacon Media y puede volver a publicarse gratuitamente en todas las plataformas según las directrices de Beacon Media. Para comentarios, escriba a info@beaconmedianc.org.

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Working to advance health equity in the rural south. Most days I'd rather be fishing.

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